Sugar Ramos mata dos púgiles

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Por Miguel A. Erice

El cubano Eutimio Sugar Ramos estableció credenciales para el Salón de la Fama del Boxeo, pero será recordado por las dos muertes que ocasionó en el cuadrilátero.

En realidad, el boxeo es antesala de la muerte, pero los boxeadores más, porque muchos cumplieron condenas en las cárceles ya que ellas no tienen reglas ni supervisión y no les importan las consecuencias de este llamado “deporte” que origina enfermedades, lesiones y muerte.

El primer difunto fue el estadounidense Davey Moore y el segundo el cubano José Blanco, en La Habana ya no hay constancia de que los esquineros tiraron la toalla en el cuadrilátero para suspender el combate.

Los fanáticos creen que los únicos capaces de matar en el ring son los pesos pesados, sin embargo, en este caso, Sugar Ramos peso 126 libras, pero sus puños eran mortales. El boxeo pasa la cuenta a los púgiles y mientras más tiempo siguen peleando más riesgo tienen de enfermarse, lesionarse o morirse, sin embargo, la pobreza y la carencia de un oficio los obliga a desestimar los riesgos.

En marzo 2, 1963, Ramos recibió los títulos WBA y WBC que lo impulsaron al ingreso al Salón de la Fama del Boxeo Internacional en 2001 y él continuó peleando en México y comenzó a perder allí hasta su muerte por cáncer a la edad de 75 años.

Los promotores y los hoteles son los mandamases en las peleas de boxeo y es justo recordar al Senador John McCain, quien recién acaba de fallecer, y que luchó continuamente para que el Congreso aprobara una Comisión Federal para que defendiera la salud y los bolsillos de los boxeadores. Infortunadamente esa ley no se aprobó pese a su evidente corrupción y abusos. El proyecto de ley de McCain recibió el apoyo de los Comisionados de Boxeo Estatales en la década del 1990.

En el pasado hubo otros legisladores federales que apoyaron proyectos de ley, entre ellos el Senador William V. Roth, Jr. (Republicano por Delawere) y el también senador y Congresista Bill Richardon (Demócrata por New México).

En este momento no hay ningún legislador federal que se interese por leyes que mejoren la vida de los boxeadores. Debemos recordar que en la década del 1990 murieron 27 púgiles que fallecieron inmediatamente después de celebrar sus peleas debido a lesiones cerebrales.

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