La batalla para destapar los encubrimiento en casos de abuso en la Iglesia

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Chicago (IL), 28 dic (EFE News).- Los residentes de Green Bay (Wisconsin) se mantienen a la espera de respuestas y de justicia luego de que saliera a la luz un caso de abuso sexual cometido por sacerdotes católicos que presuntamente fue encubierto por la Iglesia, y que derivó en el suicidio de la víctima.

El de Nathan “Nate” Lindstrom, de 45 años y nativo de Green Bay, una ciudad predominantemente católica, es uno de los tantos casos en los que los sobrevivientes de abusos sexuales libran una larga batalla para lograr que sus casos sean escuchados. 

Lindstrom relató al diario local Green Bay Press-Gazette que desde el año 1988, cuando tenía 14 años, fue abusado por tres sacerdotes de su escuela secundaria.

Padre de tres hijos y que se quitó la vida el 9 de marzo de este año, el hombre proveyó al diario evidencias (cartas y cheques de pagos mensuales) del encubrimiento que hizo la Abadía de San Norberto, a la que pertenecían los tres curas, según un reportaje del Press-Gazette publicado el pasado 3 de diciembre.

El hombre entendió que los pagos hechos desde 2009 y a lo largo de una década, período en el que recibió casi 420.000 dólares, eran a cambio de su silencio, pero la abadía, que ha confirmado al periódico los envíos de dinero, ha declarado que eran más bien por concepto de “guía pastoral”.

El dinero fue enviado cada mes sin que de por medio hubiera una orden judicial o un contrato en vigor hasta el pasado mes de mayo, cuando la abadía detuvo los pagos. 

Meses después, Lindstrom se quitó la vida en su domicilio de Minnesota. 

“SALVAR A OTROS NIÑOS Y JÓVENES” 

“La Iglesia solo sirve para proteger a los depredadores y no a sus víctimas”, dijo a Efe Eduardo López de Casas, portavoz de La Red de Sobrevivientes de Aquellos Abusados por Sacerdotes (SNAP, en inglés), organización con la que Lindstrom mantuvo contacto hasta antes de su muerte. 

Por su parte, la viuda, Karen Lindstrom, dijo a Efe que Nate Lindstrom se decidió a pasar por el doloroso proceso de contar su caso para “salvar a otros niños y jóvenes” que hayan pasado por lo que él vivió.

“(Su objetivo) fue que el mundo viera esto”, dijo desde la tumba donde descansa su marido. 

Nate Lindstrom asistió a la escuela católica privada Premontre y que más tarde se convirtió en Notre Dame de la Baie Academy. El centro educativo es dirigido por los norbertinos, también conocidos como premonstratenses y una de las órdenes católicas más antiguas, cuyos orígenes datan del siglo XII. 

Los norbertinos están vinculados también a St. Norbert College, una facultad católica privada de artes liberales en De Pere, en Wisconsin.

En 2019, la orden identificó a 22 sacerdotes de la abadía y de otras instituciones norbertinas con “acusaciones creíbles de abuso sexual de un menor” durante un período de 60 años.

Uno de los sacerdotes acusados por Lindstrom fue condenado en 2004 por agresión sexual a un estudiante, mientras que el segundo niega las acusaciones y el tercero murió en 2018.

Tras el reportaje del diario, el abad de San Norberto, Dane Radecki, emitió un comunicado en el que negó las acusaciones de Lindstrom.

“El abuso de Nate duró desde los 14 años hasta el día en que murió”, se lamentó su viuda. “El abuso infantil es una cadena perpetua cuando el sobreviviente tiene la tarea de proporcionar la evidencia”, agregó.

LA PARTICULARIDAD EN EL CASO DE LOS HISPANOS 

López de Casas, un sobreviviente de abusos cometidos por miembros de la Iglesia Católica, señala que los hispanos “tienen una capa adicional de trauma y confusión”.

“Particularmente en nuestra cultura latina machista. No quieren denunciar su abuso porque temen que nuestra comunidad los etiquetará como homosexuales”, precisó.

“La presión de grupo en la comunidad hispana parece ser el factor más negativo que he encontrado para ayudar a mis compañeros latinos víctimas en sus esfuerzos por presentarse”, añadió.

Destacó además el caso de quienes temen exponer su estatus migratorio, quienes son “los más difíciles de persuadir para denunciar, porque temen la deportación”.

La familia de Lindstrom quiere que la legislatura de Wisconsin apruebe el proyecto de ley Víctimas de Abuso Infantil, que extendería los límites de la prescripción para demandar en el fuero civil los abusos sexuales. 

La familia pide además una investigación a la Diócesis Católica de Green Bay por parte del Fiscal General del estado.

RED DE APOYO 

El caso de Lindstrom ha trascendido las fronteras de Wisconsin. Bárbara García Boehland, de San Antonio (Texas), se conectó con la familia de Nate a través de un grupo de apoyo en Facebook. 

Su hijo, Eduardo Ramón III, también había denunciado abuso sexual por parte de sacerdotes de su escuela católica antes de quitarse la vida en 1997. Cuatro años antes, cuando tenía 16 años, le dijo a su madre que un sacerdote de la Escuela Secundaria Católica St. Anthony había abusado de él. 

“Le creí y le dije que podíamos hacer lo correcto”, relató a Efe García Boehland, quien señala que se toparon con la misma falta de transparencia que enfrentaron los Lindstrom ante las instituciones católicas. 

Señaló que su familia soportó años de prácticas maliciosas, que incluyeron abogados y una terapeuta que intentaron forzar que su hijo se retractara, amenazas de violencia desde su arquidiócesis local y hasta sospecha que un incendio en su casa fue provocado. 

“Nunca me di cuenta del círculo secreto con el que trabajaba la Iglesia”, dijo García Boehland, una excatólica devota y que ahora se ha convertido en activista.

Carlos Lozano, el sacerdote en el caso de su hijo, fue condenado a 10 años de libertad condicional, que luego violó al descargar imágenes pornográficas de internet. Cumplía una condena de 20 años cuando murió en prisión.

“Me sentí tan devastada al saber de Nate”, dijo García Boehland. “Todo empezaba de nuevo, otra familia tenía que preguntar cómo y por qué. No hay nada como perder a un hijo”, señaló.

“Hay más Nates y tenemos que estar ahí para ellos”, dijo por su parte López de Casas.

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