Ir a la universidad con un bebé en los brazos no es tan raro en la actualidad

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Albuquerque (NM), 3 nov (EFEUSA).- Un creciente número de niños pequeños va a la universidad no porque sean precoces o prodigios, sino porque sus padres o madres estudian allí y no cuentan con los medios económicos para cubrir los gastos de una guardería.
Según datos del Instituto de Investigación de Política para las Mujeres (IWPR, sigla en inglés), 4,8 millones de estudiantes no graduados de Estados Unidos están criando hijos, lo que representa un 26 % de la población nacional universitaria.
Las mujeres son el 71 % de los estudiantes con hijos y muchas de ellas no cuentan con el apoyo de un esposo o compañero, mientras que los hombres representan el 11 % de padres solteros no graduados.
En este país los estudiantes universitarios adquieren deudas enormes por créditos de estudio. Muchos de ellos no tienen un trabajo a tiempo completo y sus expectativas de graduarse en el corto plazo disminuyen cuando el ser padres llega sin ser planeado o a una edad temprana.
Pero, ¿qué tan complicado se hace el diario vivir de un universitario cuando no hay más opción que llevar a sus hijos a clases, reuniones de grupos de trabajo o cualquier actividad escolar?
Según IWPR, el 49 % de las universidades públicas y el 44 % de los colegios comunitarios ofrecían en 2015 servicios para atender a los hijos de alumnos y empleados, aunque esa cifra era mayor en 2005, con el 55 y 52 %, respectivamente, lo que facilita, sin duda, la tarea.
Para Josh Meléndez, de 23 años, estudiante de periodismo y mercadeo de la Universidad de Nuevo México, la rutina universitaria ha cambiado desde que ha tenido que llevar a su pequeño hijo de un año a las jornadas de estudio, mientras su esposa trabaja de tiempo completo.
“Yo solía llevar a mi hijo por lo menos tres días de la semana a las clases o cuando tengo reuniones con mi grupo de trabajo. Mis amigos me apoyan e incluso siempre comparten con mi hijo, juegan con él y le hacen caras divertidas para hacerlo sonreír”, relató a Efe.
Peor suerte corrió inicialmente Ana García, de 25 años y residente en Denver (Colorado), que tuvo que cambiar de universidad ante la necesidad de llevar a su hija consigo al centro educativo.
Debido a complicaciones de salud tanto de la madre como de la hija, la niña necesitaba atención continua, pero no al extremo de impedirle continuar con sus estudios, explicó a Efe la joven de origen mexicano.
García transfirió sus estudios en Administración de Empresas de la Universidad Estatal Metropolitana de Denver a la Universidad Colorado Heights, donde le permitieron asistir a clase con su hija e implementaron medidas para facilitarle la vida, con mayor flexibilidad de horarios y entrega de las tareas.
Otro de los inconvenientes que se topó Meléndez al tener que llevar a su hijo era cambiarle el pañal, porque “nunca hay un lugar adecuado en los baños de los hombres”, lo que “complicaba un poco más la situación.
La incómoda situación que vive Josh Meléndez cuando tiene que cambiar a su hijo no es casualidad. Recientemente el presidente Barack Obama firmó un proyecto ley que requiere instalar estaciones para cambiar bebés tanto en baños femeninos como masculinos.
Este proyecto se funda en la igualdad de género y en la idea de que tanto hombres como mujeres asumen el compromiso de ser padres y lo que ello trae consigo.
Como resultado de ello, Sade Petterson, de 23 años y estudiante de periodismo de la Universidad de Nuevo México, pidió al centro que instalase puestos para cambiar bebés en los baños de hombres y mujeres en el campus universitario.
“Aunque muchas veces fue difícil tener a mi hijo conmigo lo hice y lo seguiré haciendo porque quiero graduarme sin que haber sido madre tan joven me lo impida”, subrayó.
Petterson ha liderado esta propuesta en la Universidad de Nuevo México porque quiere apoyar a los estudiantes que son padres y han pensado que no tienen opciones para continuar sus estudios.
“Siendo estudiante, yo viví un embarazo no planeado y sentí la carga de tener un hijo conmigo todo el tiempo mientras tomaba mis clases. Fui discriminada y me sentía insegura, por eso estoy trabajando para que iniciativas como éstas brinden a los adultos jóvenes que tienen hijos la oportunidad de terminar la universidad sin dejar de ser excelentes padres”, afirmó.

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