Diez años después, víctimas de la balacera de Tucson luchan contra las armas

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Tucson (AZ), 8 ene (EFE News).- Al cumplirse hoy una década de la balacera en Tucson (Arizona) que se cobró la vida de seis personas y dejó heridas a otras 13, incluyendo a la entonces congresista Gaby Giffords, sobrevivientes de la tragedia recuerdan el día que cambió sus vidas y que los sigue motivando para regular la venta de armas.

“Todos los que estuvimos presentes ese trágico día hemos tomado todo ese dolor, la tragedia que vivimos y hemos encontrado la manera, cada uno de forma diferente, para tomar acción y lograr un cambio positivo”, dijo a Efe Daniel Hernández, el hispano al quien después del tiroteo se le calificó como un héroe por haber ayudado a salvar la vida de la congresista.

La Ciudad de Tucson recordó este viernes a las víctimas de la balacera con una ceremonia virtual donde se tocaron campanadas justo e el momento en el que se produjo el ataque en 2011 y se inauguró un monumento en memoria de los fallecidos y los heridos.

Aquel 8 de enero del 2011 docenas de personas se encontraban reunidas a las afueras de un centro comercial en el norte de Tucson participando en el evento “El Congreso en Tu Esquina”, organizado por la oficina de Giffords.

Era un sábado por la mañana y Hernández hacía solo cinco días que había entrado en la oficina de la congresista demócrata como pasante.

Giffords se encontraba saludando y hablando con las personas que acudieron a verla cuando de pronto se escucharon disparos.

Un hombre identificado después como Jared Lee Loughner había disparado a Giffords y varios de los presentes, al final seis personas perdieron la vida, entre ellos el juez federal John Roll.

Otras 13 personas, resultaron heridas, una de ellas Giffords, el blanco del ataque, quien quedó gravemente herida tras recibir un tiro en la cabeza.

Hernández acudió a socorrerla y por nueve largos minutos sostuvo su cabeza y aplicó los pocos conocimientos que tenia sobre primeros auxilios para ayudarla mientras llegaban los paramédicos.

La noticia del tiroteo en Tucson estremeció a la ciudad, que de inmediato se volcó en muestras de solidaridad.

Por varios días cientos de veladoras, globos, muñecos de peluche y mensajes de apoyo fueron colocadas a las afueras del hospital donde fueron llevadas las víctimas.

La vida de muchos, incluyendo la de Hernández, cambió para siempre y de la noche a la mañana el joven latino se convirtió en un activista, una voz en contra de la violencia generada por las armas de fuego.

La balacera en Tucson motivó a Hernández a postularse en 2016 como legislador estatal de Arizona, donde hasta la fecha sigue luchando para aprobar leyes que regulen la venta de armas de fuego, especialmente para personas que sufren de problemas mentales.

“Llevo diez años trabajando para lograr un cambio, hemos logrado cosas muy buenas, como en Nevada, donde junto a otros grupos logramos aprobar regulaciones para verificar la información de las personas antes de que puedan comprar armas”, relató Hernández.

Sin embargo, lamentó que en estados como Arizona, donde ocurrió esta balacera, aún no se han logrado establecer grandes cambios.

“Esto es un maratón, no es una carrera corta ni fácil, pero hay muchas gente que estamos trabajando para lograrlo”, dijo .

Por su parte, Giffords, quien aún sufre de problemas para hablar debido al disparo que sufrió en la cabeza, lidera una organización a nivel nacional que lleva su apellido y la cual lucha para establecer medidas más estrictas para regular la venta de armas en los Estados Unidos.

Durante un evento organizado este jueves en Arizona, Giffords relató como su recuperación continúa siendo un trabajo de día a día, por medio de un arduo trabajo y terapia de habla.

“Aunque tengo problemas para hablar, no he perdido mi voz”, dijo Giffords, casada con el ahora reciente senador por Arizona Mark Kelly y considerada por muchos en Tucson como un ejemplo de superación ante la adversidad.

Por su parte, Roxanna Green, madre de la víctima más joven de la balacera, la niña Christina Taylor Green, quien tenía solo 9 años, ha dedicado la última década de su vida a trabajar en favor de los niños en Tucson.

Sobrevivientes de la tragedia como Hernández lamentan que a veces el pueblo estadounidense tenga muy “poca memoria” y rápidamente olvide el dolor y el sufrimiento que causan los ataques armados.

“Es muy fácil que como comunidad digamos ‘hay otra balacera’, lamentemos la muertes, pero ¿como podemos hacer que las personas que tienen en su poder aprobar un cambio no lo olviden una vez que las cámaras se apagan y pasa la noticia?”, cuestionó Hernández.

Como sobreviviente, Hernández considera que lo más importante es que la gente entienda que la balacera en Tucson “pudo haber sido prevenida” y cree que se debe de trabajar más duro para proporcionar ayuda a todas las personas que sufren problemas mentales.

“Como ciudadanos y como residentes de Arizona debemos de entender que no debe de ser tan fácil tener acceso a las armas, especialmente aquellos que no tienen por qué tener estar amas”, enfatizó.

En la última década, después de la balacera en Tucson, se han registrado otras tragedias a través de todo el país donde cientos de personas han perdido la vida por ataques con armas de fuego, como los ataques en Aurora, Newtown, Orlando, Las Vegas y El Paso.

Por su parte, Loughner, quien fue sometido por varios de los asistentes al evento, fue arrestado y una evaluación psiquiátrica dictaminó que sufre de esquizofrenia y actualmente cumple una sentencia de vida en prisión.

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