Vendedores ambulantes mexicanos enfrentan la pandemia con apoyo a necesitados

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Los Ángeles, 25 nov (EFE News).- Acorralados por la pandemia del coronavirus, los hermanos mexicanos Heleo y Filemón Leyva encontraron que la mejor forma para sacar a flote su negocio de venta ambulante era dándole una mano a su comunidad, regalando comida a los más necesitados en las calles de East Hollywood.

“No podemos ver y aceptar la necesidad que existe con la gente, con la comunidad, y no hacer nada”, dijo a Efe Filemón, un vendedor ambulante de comida que desde hace más un mes, junto con Heleo, dedica uno de sus días de trabajo a obsequiar comida a los desamparados.

Cada martes, desde octubre, en su humilde puesto, Helio, Filemón y un pequeño ejército de voluntarios reparten platos de parrillada junto con aguas frescas, fruta, mascarillas y kits de aseo a una fila de personas que se extiende mas allá de los locales vecinos sobre el famoso bulevar Santa Mónica.

Es una labor que lleva días de preparación, pero se consuma en poco menos de 45 minutos.

LA ANSIEDAD ECONÓMICA DE LA PENDEMIA

La iniciativa de estos mexicanos fue producto del golpe económico que sufrieron desde mediados de marzo. La orden de la ciudad de Los Ángeles de permanecer en casa por la pandemia de covid-19 les impidió seguir trabajando en la calle y dio el tiro de gracia a Quesadillas Tepexco, su negocio de comida ambulante.

Heleo, de 42 años, recuerda que fue “un golpe bastante duro”, pues en su trabajo no tienen la seguridad de recibir un cheque. “Esto era de que se acabó y se acabó y no había nada más”, refirió.

Agobiados por el desempleo y la falta de dinero, los hermanos buscaron salvar su negocio juntando la caridad con las ventas. Así comenzó la campaña “Compre una quesadilla y done una quesadilla”, que después se convirtió en una colecta de fondos en el sitio GoFundMe (https://www.gofundme.com/f/support-quesadillas-tepexco?utm_source=customer&utm_medium=copy_link&utm_campaign=p_cf+share-flow-1), que les ha permitido comprar materia prima para las parrilladas y comprar productos a otros vendedores ambulantes del área para donarlos.

Es la experiencia de años vendiendo en la calle lo que permitió a los hermanos ver los efectos de la pandemia en su comunidad, que cada vez se sume más en la pobreza y el hambre. “Nosotros nos dimos cuenta que ese tipo de parrilladas eran necesarias en nuestra comunidad”, explicó Heleo.

Aparte de la falta de recursos, los hermanos han identificado otros obstáculos que está dejando la pandemia entre los hispanos.

Filemón, de 45 años, señala que sin importar los alivios que se le brinden a la comunidad, el estigma de pedir ayuda para los latinos empeora el problema.

“Cuando pasa esto nosotros nos sentimos con vergüenza de pedir algo porque estamos acostumbrados a trabajar, a ganarnos lo que comemos y lo que le damos a nuestros hijos, y eso es algo que impide que la gente venga”, agrega el inmigrante, que llegó hace 25 años a Estados Unidos y siempre ha trabajado en la industria de la comida.

Los hermanos esperan que esta ayuda sin condiciones convenza a la gente de pedir la mano cuando lo necesite. “No hacemos preguntas; nosotros asumimos que la gente que viene es por que tiene una necesidad y no los vamos a avergonzar preguntándoles si están pasando por una necesidad o no”, recalcó Filemón.

LA UNIÓN HACE LA FUERZA

A los 7.000 dólares que han logrado recolectar se añaden decenas de voluntarios e incluso chefs y asistentes de cocina de prestigiosos restaurantes de la ciudad que han pasado por la parrilla del puesto ambulante.

“Estamos tratando de pasar el mensaje de que si nos ayudamos unos a otros vamos a salir adelante juntos”, destacó Filemón.

La inspiración de estos hermanos viene de las comunidades de su tierra natal, el estado mexicano de Puebla, que trabajan el campo en colectivos campesinos. Filemón asegura que el espíritu de solidaridad será la solución para los problemas que la comunidad latina atraviesa actualmente.

“Yo soy mexicano de un pueblo pequeño y allá todos nos ayudamos cuando algo pasa, así estemos todos jodidos”, explica el mexicano, que aunque ya pudo pagar el arriendo aún no ha podido saldar la cuenta de internet y otros gastos básicos.

SE NECESITA MÁS AYUDA

Esta titánica tarea también ha expuesto las vicisitudes de los vendedores ambulantes, que siguen a merced de las autoridades y los locales a su alrededor.

Aunque el espíritu de ayuda sigue intacto, los Leyva reconocen que no tienen la infraestructura para este esfuerzo.

“No somos una iglesia, no somos un non-profit (organización sin ánimo de lucro); nosotros simplemente colectamos dinero de la comunidad que nos dona y de ahí hacemos estas parrilladas, y si se acaba la buena voluntad de los donadores pues ahí se acaban estas parrilladas que estamos organizando”, dijo Heleo.

Para Diego Argoti, quien ha trabajado en restaurantes prestigiosos de Los Ángeles como Bestia y Bavel y llegó a colaborar con los hermanos Leyva, el trabajo que hay para hacer es mucho.

“Es triste; estamos haciendo la diferencia para diez minutos pero necesitamos hacer la diferencia para más tiempo”, valora Argoti, de raíces ecuatorianas.

Según las proyecciones de la organización Feeding America, en 2020 el incremento en la inseguridad alimentaria en Estados Unidos será de 16 %, incluyendo a 15,2 millones de personas, de las que 6,3 millones son niños. De los 104 condados con mayoría latina, se prevé que 27 % experimenten incremento en inseguridad alimentaria.

Sin importar lo modesto que sea su esfuerzo, los hermanos Leyva buscan que la gente se anime a ayudar. Para ellos tener recursos no vale tanto como tener la voluntad de darle la mano a quienes más lo necesitan.

“No somos los mejores indicados, tal vez no, pero somos los que estamos tratando de hacer aunque sea un poquito por la gente que no tiene nada”, concluyó Filemón.

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