Los precios registran en abril la mayor caída desde 2008 por el coronavirus

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Washington, 12 may (EFE News).- La caída de la demanda por la pandemia del coronavirus provocó un descenso del índice de precios al consumo (IPC) en Estados Unidos del 0,8 % en abril, la mayor caída mensual desde 2008, con lo que la tasa interanual se frenó al 0,3 %.
En marzo, la tasa interanual del IPC se había ubicado en el 1,5 %.
El indicador de evolución de la inflación divulgado hoy por el Departamento de Trabajo constata cómo la economía estadounidense se ha detenido casi en seco.
Si se excluyen los precios de alimentos y combustibles, que son los más volátiles, la inflación subyacente en abril descendió el 0,4 %, el descenso más abrupto desde 1957.
En el cómputo interanual, la inflación subyacente se ubicó en el 1,4 % en un año, la menor tasa desde 2011.
La mayor caída por productos fue el precio de la gasolina, que se hundió un 20,6 %, aunque los precios de otros bienes y servicios como ropa, billetes de avión y seguros de coches también registraron agudas bajadas.
Por su parte, los precios de los alimentos aumentaron un 1,5 %, mientras que el registro solo para alimentos de consumo en casa ascendió un 2,6 % el pasado mes, la mayor subida desde 1974 a medida que los estadounidenses optaron por almacenar productos.
En algunos alimentos, que se han visto afectados por los cierres de plantas procesadoras de carne, el aumento de los precios ha sido notable: el cerdo subió un 6,8 %; la ternera un 7,5 %, y el pollo un 6,3 %.
La caída de los precios refleja el parón en la actividad económica en Estados Unidos debido a las órdenes de confinamiento, restricción de la movilidad y cierres de negocios implementadas para contener la expansión del coronavirus.
“Las consecuencias del coronavirus tienen un gran efecto desinflacionario sobre los precios debido al enorme choque sobre la demanda, la caída en los precios del petróleo y el fuerte dólar. Un alza en la inflación es la menor de nuestros preocupaciones”, dijo Kathy Bostjancic, economista en la consultora Oxford Economics, en una nota a clientes.
Para paliar los estragos económicos, la Reserva Federal estadounidense (Fed) ha lanzado todo su arsenal monetario, con inyecciones masivas de liquidez en los mercados financieros, compras masivas de deuda y ha bajado los tipos de interés prácticamente al 0 %, mientras que el Congreso ha aprobado varios programas de estímulo fiscal por valor de casi 3 billones de dólares.
“No vamos a tener ninguna prisa para retirar o relajar estas medidas de estímulo monetario. Vamos a esperar hasta estar bastante seguros de que la economía está en camino de la recuperación”, afirmó Jerome Powell, presidente de la Fed, a finales de abril.
Powell citó expresamente “los tremendos costes humanos y dificultades económicas que ha provocado el brote en EEUU y en todo el mundo”.
La gravedad del impacto del virus es una de magnitud sin precedentes recientes de acuerdo a los primeros indicadores que se han ido conociendo.
El primer cálculo de evolución del producto interior bruto (PIB) del primer trimestre del año registró una contracción del 4,8 %, pero se espera que las cifras del segundo trimestre sean mucho más dramáticas.
Asimismo, el desempleo en el país se disparó en abril 10,3 puntos porcentuales, hasta alcanzar una tasa del 14,7 %, como consecuencia de la oleada de despidos.
Mientras el presidente Donald Trump se muestra ansioso por reactivar la actividad económica, los expertos médicos aconsejan ser prudentes y no apresurarse en el levantamiento de las restricciones para contener el virus.
Estados Unidos sigue siendo el mayor foco del mundo en términos absolutos con 1,3 millones de casos y más de 80.000 muertes por coronavirus, según el recuento extraoficial de la Universidad Johns Hopkins.

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