La memoria histórica es la solución al dopaje

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Madrid, 29 oct (EFE).- La memoria histórica, pero la de las células, es la solución del futuro al problema del dopaje, según una investigación que, aunque se refiere al deporte, habla en términos propios de una contienda porque los protagonistas son los chivatazos, los falsos culpables y los cambios de chaqueta.

Los doctores Cristóbal Belda, oncólogo, y Eduardo López Collazo, inmunólogo y físico nuclear, presentaron este martes en el Comité Olímpico Español (COE) las conclusiones de la primera fase de un estudio que puede detectar después de un mes sustancias dopantes que ahora desaparecen en horas.

Es el primer proyecto financiado por el COI para detectar el dopaje.

Según Collazo, los métodos actuales “son muy sofisticados pero no siempre precisos” debido a la “carencia de memoria”.

“Una vez que la sustancia que dopa desaparece, no se detecta. Son sustancias volátiles”, explicó.

Esta volatilidad implica, entre otros aspectos, “la incomodidad” de tener que someter al deportista a control a horarios intempestivos, antes de que el posible dopante desaparezca.

Por eso, lo que prima en su método es la detección del efecto del dopaje para, a partir del mismo, inferir la sustancia.

“Necesitamos un chivato que nos diga que esa sustancia estuvo presente. Y ese chivato pueden ser perfectamente las células”, apuntó el doctor.

El sistema inmunológico, al que Collazo se refiere como “los antidisturbios”, defiende, detecta, reacciona y guarda memoria. “Justo lo que necesitamos”, dijo.

“Nuestra hipótesis es que las sustancias que dopan deben de dejar huella en el sistema inmunológico”, resumió.

Para demostrarlo, sacaron sangre a 70 deportistas y ‘doparon’ esa sangre con EPO y hormona del crecimiento.

Comprobaron que “incluso en concentraciones pequeñas, la diferencia en los marcadores era muy apreciable hasta 20 días después”.

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