Negociadores del TLCAN se volverán a ver en México del 1 al 5 de septiembre

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Washington, 20 ago (EFEUSA).- EE.UU., Canadá y México cerraron hoy la primera ronda de conversaciones sobre el nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con un compromiso expreso de acelerar el ritmo para alcanzar un acuerdo a comienzos de 2018, aunque no despejaron las dudas existentes sobre las marcadas diferencias.
“La amplitud y volumen de las propuestas durante la primera ronda de negociación refleja el compromiso de los tres países por un ambicioso resultado y reafirma la importancia de actualizar las reglas que gobiernan el área de libre comercio más grande del mundo”, dijo el comunicado trilateral.
La nota estuvo firmada por Robert Lighthizer, Representante de Comercio Exterior de EE.UU. y anfitrión de esta ronda; Chrystia Freeland, ministra de Asuntos Exteriores de Canadá; e Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México.
La próxima cita tendrá lugar entre el 1 y el 5 de septiembre en México; la siguiente, en Canadá a finales de septiembre; y los negociadores regresarán a EE.UU. en octubre, informaron los ministros.
Asimismo, el comunicado subrayó que las negociaciones “continuarán a este rápido ritmo” para lograr un nuevo acuerdo sobre el TLCAN, en vigor desde 1994, y agregó que proseguirá “con rondas adicionales planeadas para el resto de este año”.
El objetivo declarado por los tres países es tener listo un texto para comienzos de 2018, antes de que inicie la campaña de las elecciones presidenciales de México de mediados del próximo año.
Durante los cinco días de trabajo, se ofrecieron “detalladas presentaciones conceptuales” acerca de los temas a revisar dentro del pacto.
Fuentes cercanas a las negociaciones indicaron que en esta primera ronda se trataba más bien de marcar el ritmo, los plazos y las áreas a debatir, por lo que habitualmente avanza de manera más fluida que cuando se empieza a discutir la sustancia, algo que se espera ocurra en los siguientes encuentros.
Las conversaciones estuvieron encabezadas por los respectivos jefes negociadores.
Por México, Kenneth Smith, encargado de comercio de la embajada mexicana en Washington y que ya participó en la negociación del acuerdo inicial; por EE.UU., John Melle, actual asistente de Comercio Exterior para el Hemisferio Occidental; y Steve Verheul por Canadá, quien ya estuvo al frente del reciente pacto del país con la Unión Europea (UE).
En la cita, se sentaron las prioridades de cada país de cara al nuevo TLCAN, pero el arranque estuvo marcado por la contundencia de Washington al asegurar que “el pacto ha fallado a muchos estadounidenses” y afirmar que no es suficiente con que sea “retocado”, frente a mensajes más conciliadores de México y Canadá.
En julio, la oficina de Lightihizer publicó las directrices que guiarán a Washington, entre las que se incluye por primera vez la reducción del déficit como objetivo específico de una negociación comercial, algo que tiene que ver principalmente con el comercio con México, cuyo saldo positivo con EE.UU. fue de 64.000 millones de dólares en 2016.
Asimismo, EE.UU. tratará de forzar mayores regulaciones medioambientales y laborales en México, ya que de este modo se logrará equilibrar algo más el campo de juego al encarecer los costes de producción en el vecino del sur.
Uno de los sectores centrales del acuerdo es el del automóvil, sobre el que la Casa Blanca quiere renegociar la llamadas normas de origen y que exigen que para que los vehículos que se vendan en Norteamérica estén exentos de aranceles aduaneros, contengan un 62,5 % de componentes producidos en la región.
Guajardo, en rueda de prensa esta semana en Washington, reconoció que las normas de origen va a ser uno de los “más complicados” de la negociación, junto con el del sistema de arbitraje de conflictos.
Frente a la retórica proteccionista de Washington, tanto México como Canadá han apostado por una revisión del pacto que lo actualice con el objetivo de “expandir, y no contraer el comercio” entre los tres países.
Para los analistas, los alejados puntos de partida y el ajustado calendario complican las posibilidades de pacto en el corto plazo.
“El progreso podría descarrilar por la perspectiva muy agresiva de EE.UU. (…) El resultado más probable es un prolongado proceso que podría tomar entre dos y tres años para cerrarse bajo una gran cantidad de presión e incertidumbre”, explicó a Efe la economista Monica De Bolle, investigadora del centro de estudios Peterson Insitute for International Economics.

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