Robinson Canó toma en serio su rol como líder en los Marineros

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SEATTLE – Un joven jugador sentado en una silla al lado de su casillero en el Tropicana Field se reservaba sus propios pensamientos, mientras observaba todo lo que ocurría a su alrededor.

No importaba hacia qué lado mirara el dominicano Robinson Canó, una estrella establecida se encontraba a simple vista.

La alineación en su debut en Grandes Ligas contaba con nombres grandes, los bateadores en las posiciones 5, 6, 7 y 8 eran Alex Rodríguez, Jason Giambi, el boricua Jorge Posada y Tino Martínez, quienes se combinaban en ese entonces para un total de 19 selecciones al Juego de Estrellas.

Canó, quien bateó noveno en aquel partido, era un novato en un cuarto lleno de algunos de los mejores jugadores de Grandes Ligas. Si no podía aprender sobre cómo ser un ligamayorista en ese lugar, algo estaba haciendo mal.

“Cuando subí, tenía a muchachos como [Derek] Jeter, A-Rod, Posada, hombres como Giambi y [Gary] Sheffield, [Hideki] Matsui; todos ellos eran grandes bateadores”, expresó el quisqueyano. “Eso te motiva como jugador y te hace soñar en ser algún día como ellos”.

Ahora él es el hombre a quien los jóvenes miran para obtener ese tipo de inspiración.

A los 34 años de edad, Canó todavía se ve con cara de un joven de 22, alguien que terminó segundo en las votaciones para el premio al Novato del Año de la Liga Americana del 2005 y se ganó una elección a su primer Juego de Estrellas la siguiente temporada. La sonrisa es igual de grande, quizás más grande aun.

Cuando Canó firmó un contrato de 10 años y US$240 millones con los Marineros luego de la temporada del 2013, el oriundo de San Pedro de Macorís escuchó todas las críticas.

Decían que lamentaría dejar los Yankees.

Decían que odiaría Seattle, ciudad que se encuentra muy lejos de su natal República Dominicana y de cualquiera otra ciudad en las Mayores.

Decían que quedaría en el olvido en el Noroeste, lejos de las luces brillantes de Nueva York que brillaron sobre él por casi una década.

Le tomó un año a Canó llegar a sentirse cómodo con su nuevo entorno, tanto a nivel profesional como personal. Una vez ese período de ajuste concluyó, Seattle comenzó a sentirse como casa para el dominicano, quien no sólo se ha convertido en el líder de su equipo, sino también en parte esencial de toda la comunidad.

“Todo el mundo me acogió inmediatamente”, mencionó el quisqueyano. “Ahora mismo, me siento como en casa”.

El casillero de Canó está ubicado en una esquina del camerino de los Marineros, permitiéndole ver el cuarto completo con facilidad. El dominicano Nelson Cruz, otro veterano en Grandes Ligas, está a sólo unos casilleros de distancia de su compatriota. El venezolano Félix Hernández reside en el otro extremo del cuarto.

Hernández y Canó debutaron en Grandes Ligas en el 2005, y aunque el “Rey Félix” ha militado toda su carrera en Seattle, es el segunda base dominicano a quien casi todos consideran como líder del club.

“Lo que Robinson hace en el terreno habla por sí solo, pero la presencia que él trae al clubhouse es grande”, comentó Cruz. “Tiene la experiencia y ha estado alrededor de grandes jugadores como Jeter y Alex, así que él sabe sobre química y lo que necesitas para tener éxito a ese nivel.

“Robinson es una gran influencia para los jugadores jóvenes – los que lo necesitan de verdad. Lo ven como un ejemplo a seguir por lo que hace en el terreno, pero también por lo que hace fuera del terreno de juego con su fundación y con la comunidad. Él representa un gran nombre en todos los aspectos del juego y como persona”.

Durante su tiempo en el Bronx, Canó trató de tomar nota de cada detalle que hacían los veteranos. Desde la manera en que Jeter manejaba sus deberes como capitán, la forma en que A-Rod trabajaba sin parar en la caja de bateo o la forma en que el panameño Mariano Rivera se comportaba con gracia dondequiera que se presentara, Canó sabía que seguir el ejemplo de ellos serviría como mapa ideal para forjar una carrera larga y productiva.

“Lo que más aprendí de ellos es cómo ser el mismo hombre – no sólo en el juego, sino fuera del terreno, cómo se manejaban ellos mismos”, recalcó el quisqueyano. “Me llevé un poco de cada uno. Lo pones todo junto y puedes ayudar a los jugadores jóvenes aquí siendo un líder. Tienes que dar el ejemplo”.

Canó también se acuerda de cada cosa amable que cualquier veterano hizo por él cuando debutó en Grandes Ligas, así que ha tomado una postura de dar lo que le dieron, refiriéndose a ayudar a sus compañeros más jóvenes cuando llegan a Seattle. Sea contestándole preguntas sobre la vida en las Mayores o llevándolos a comprarse algunos trajes nuevos para su primera gira, él está disponible para ayudarlos desde el comienzo.

“Es bien importante, porque muchachos como A-Rod, Jeter, Mariano y Posada hicieron lo mismo por mí”, expresó Canó. “Nunca fui tratado como un novato allá [Yankees]. Es lo mismo que trato de hacer aquí”.

Mientras que Canó pasó sus años de formación en las Mayores jugando con una docena de estelares establecidos, los Marineros son un equipo lleno de jugadores que todavía están tratando de encontrar su camino. Eso hace que Canó, Cruz, Hernández y Kyle Seager sean cruciales en el proceso de desarrollo, especialmente mientras Seattle trabaja en su meta de llegar a jugar en octubre.

En su cuarta temporada con Seattle, Canó ha sido seleccionado a dos Juegos de Estrellas y ha continuado siendo una de las estrellas más duraderas en el juego, aun jugando con una hernia deportiva durante los últimos dos meses de la campaña del 2015.

Lo que no ha podido lograr es llevar nuevamente a los Marineros a la postemporada, un lugar al que cada equipo de Grandes Ligas ha llegado al menos una vez desde la última clasificación de Seattle en el 2001.

Los Marineros no sólo son una de las ocho franquicias que nunca han ganado una Serie Mundial, sino una de dos que nunca ha tenido la dicha de disputar un Clásico de Otoño. El siete convocado al Juego de Estrellas fue traído al equipo con miras a cambiar esa tendencia, y aunque los Marineros de Canó han estado cerca, se quedaron a un juego fuera de un puesto del Comodín de la Liga Americana en el 2014 y a tres partidos la temporada pasada.

Si Canó espera ser visto por los fanáticos de los Marineros con la misma luz que Ken Griffey Jr., el puertorriqueño Edgar Martínez o Ichiro Suzuki, tendrá que ganar. Si pudiese llevar a Seattle a un lugar en que nunca ha estado antes – la Serie Mundial — podría fortalecer su status en la ciudad y silenciar a los incrédulos que cuestionaron sus motivos cuando firmó con los Marineros.

“Muchas personas hicieron ver que yo vine aquí por el dinero, pero me encanta ganar y amo el juego”, mencionó Canó. “Tengo mucha pasión por el juego. Unas de las mejores cosas es poder ir a los playoffs y ganar un campeonato. Luego de que saboreas el primero, quieres regresar cada año”.

Canó fue a la postemporada en siete de sus nueve temporadas con los Yankees, ganándolo todo en el 2009. Cruz ha jugado en dos Series Mundiales, pero Hernández nunca ha lanzado en un partido de playoffs, proveyéndole un incentivo extra a Canó para ayudar a que Seattle termine con la sequía prolongada.

“Siempre le digo [Félix], ‘quiero llegar a los playoffs para que puedas tener esa experiencia. Verás cómo eso va a cambiar tu vida'”, expresó el intermedista dominicano. “No sabes lo bien que se siente hasta que estás ahí”.

Con casi 2,300 hits, 300 jonrones y más de 1,100 remolcadas en su haber, Canó sabe que puede tener la oportunidad de alcanzar algunos números mágicos antes de que culmine su carrera. El toletero ha pegado más cuadrangulares que cualquier segunda base en la historia del Joven Circuito, y la marca de Jeff Kent de 351 (él bateó 26 más mientras jugaba en otra posición) está bien al alcance.

El único número que le preocupa, sin embargo, es el dos.

“Quiero un segundo anillo de Serie Mundial”, enfatizó Canó. “Quiero volver a ganar. Pero primero tenemos que llegar a los playoffs y ver a dónde podemos llegar desde ese punto”.

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