En estas fiestas, el “sueño migratorio” puede desplomarse por conducir ebrio

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ucson (AZ), 22 dic (EFEUSA).- En estos días de festividades, el tomar una copa de vino o champán suele ser más recurrente, pero las consecuencias de un DUI (conducir bajo la influencia del alcohol o las drogas) para los “soñadores” o las personas con una residencia permanente pueden terminar además en una deportación.
Los cargos que conllevan no superar un test de alcoholemia pueden ser “devastadores” para los jóvenes beneficiarios del programa federal Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), el mismo que el presidente electo, Donald Trump, ha amenazado con eliminarlo.
“Los soñadores pueden perderlo todo por manejar en estado de ebriedad, inclusive los residentes permanentes no deben de sentirse confiados, los únicos que pueden sentirse libres de no ser deportados son los ciudadanos”, indicó a Efe Carmen Cornejo, directora de la organización pro derecho de los inmigrantes Lacey Larkin Frontera Fund.
Cornejo resaltó que el Servicio de Ciudadanía e Inmigración de Estados Unidos (USCIS) rechaza una solicitud de DACA si la persona ha cometido un delito grave, tres o más delitos menores por mala conducta o un “delito menor significativo”, entre los que figura conducir bajo los efectos de drogas o alcohol y que implica una pena de prisión entre cinco días y un año.
“Algunos abogados con mucha experiencia pueden limpiarle los récords, pero no hay garantía, tiene que ser muy experimentado, además es muy caro”, sostuvo, tras enfatizar que recibir cargos por DUI equivale a perder el DACA, porque las autoridades “vuelven a pedir las huellas para el récord”.
Arizona es un estado con muy baja tolerancia en el caso del delito de conducir bajo los efectos de alcohol. El límite legal en el estado para la concentración de alcohol en la sangre es 0.08 por ciento y cualquier cifra por encima del 0.15 por ciento puede originar cargos muy graves.
Una persona que es detenida por primera vez tras no pasar un control de alcoholemia puede pasar hasta 10 días consecutivos en la cárcel y pagar una multa de por lo menos 1.250 dólares, además de tener que acudir a programas relacionados con el consumo de alcohol y drogas, y verse impedido de manejar temporalmente.
Oscar Hernández, es un “soñador”, como se conoce a los beneficiarios de DACA, que cursa el tercer año de Ciencias Políticas en la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y es consciente de los riesgos que enfrenta si se le imputan cargos por DUI.
“Nos quitan todo y no podemos aplicar otra vez, sería una tontería desperdiciarlo por irse de pachanga. No podemos darnos el privilegio que tienen los ciudadanos, tenemos que tener un nivel de responsabilidad más alto”, señaló a Efe.
Este universitario, de 20 años de edad, ha renovado la Acción Diferida tres veces y afirma que siempre pasa por el mismo proceso de escrutinio de parte de las autoridades de Inmigración, que incluye la toma de huellas dactilares, revisión de antecedentes penales o si han sido detenidos por manejar ebrio.
“Entendemos que el DACA es un privilegio y tenemos que cuidarlo”, reconoció.
La activista en Arizona Dulce Matuz, quien ahora cuenta con la ciudadanía estadounidense, señaló a Efe que una mala decisión puede repercutir con consecuencias muy graves en el estatus migratorio de los indocumentados y puede significar la deportación.
“Siempre hay que tomar en cuenta que estamos en desventaja, si no tenemos documentos, tenemos que tener el mejor comportamiento. Las cosas no son iguales para los inmigrantes, el sistema criminal no nos trata igual que un ciudadano”, manifestó.
Cornejo señaló además que con la administración de Donald Trump “existe la posibilidad que sean más estrictos en la clasificación de récords criminales”.
Advirtió que conducir con niveles de alcohol por encima de lo permitido “es un tema que no deben de tomarlo a la ligera”

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