Elecciones 2016, ¿y ahora qué?

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Por Gustavo A. Montoya

Con menos de 6 días para las elecciones del 8 de noviembre, nos encontramos con una ansiedad de impotencia ante la confusa realidad de noticias negativas sobre los candidatos presidenciales del 2016.  Si votó o quiere votar por Hillary Clinton, ahora podría tener algo de desilusión por el tema de la investigación de correos electrónicos con posibles evidencias incriminatorias durante su término como Secretaria de Estado, haciéndole dudar de su credibilidad de Clinton.  Y si votó o vota por Trump, la desilusión más grande es que realmente no sabe que esperar de un individuo “billonario magnate de propiedades” que ha roto la tradición de transparencia americana de más de 30 años al no mostrar al público sus impuestos personales como todos los candidatos presidenciales desde los 70; y por encima de todo está el vergonzoso video del 2005 en el que Trump sugiere que es aceptable tantear o agarrar los genitales de una mujer o besarle sin permiso solo porque tiene el poder, sugiriendo que es un acosador sexual.  La verdad es que Trump tiene una larga lista de declaraciones que tiene asustado a la mayoría del electorado demócrata y republicano.  Como dicen los expertos políticos: es una bomba sin control con la posibilidad de llegar a la máxima posición de poder del país, y como representante de líder de la democracia en el mundo, podría explotar con funestas consecuencias.  ¿Hasta donde hemos llegado?

Por otra parte, nosotros los inmigrantes que somos invitados y bienvenidos como recién llegados en los últimos 30 años a este fantástico país, estamos estupefactos al ver este circo de elección presidencial.  Y digo circo por los actos de payasos, porque sinceramente este año la decencia y el decoro han llegado a lo más bajo. Es como ser un joven menor de edad, llegar a casa y encontrar a nuestros padres peleando como perros y gatos.  Dan ganas de esconderse y encerrarse en el cuarto y taparse los oídos; porque el ejemplo de liderazgo que nos están dando es exactamente contrario a los valores con los que nos han criado y nos encontramos en shock al romper la inocencia y traicionar nuestra confianza hacia sueño americano.  Es una hipocresía moral y política como no lo he visto en mucho tiempo en países del tercer mundo aquí dentro de un país desarrollado.  ¿Y ahora qué?

Por ahora les recuerdo que la cualidad “presidencial” ya no es presidencial, porque Trump rompió el florero y no es posible pegarlo de nuevo. Así que la próxima vez que quiera utilizar el calificativo “presidencial” para significar algo bueno, piénselo dos veces, porque podría ser una ofensa después del 8 de Noviembre.

 

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