Nuevo académico considera espantosa e indigna “marginalización” del español

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Miami (EFEUSA).- El poeta y traductor cubano Manuel J. Santayana, nuevo académico numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española (ANLE), considera “espantoso” e “indigno de un país con una tradición como éste” que a los hispanohablantes los discriminen y molesten por hablar su lengua.
Es muy triste el “ambiente de marginalización del español”, subraya horas antes de ingresar como miembro de número en una institución a la que llegó como colaborador en 2012 y en la que en dos años pasó a ser académico correspondiente.
Hoy ingresará como miembro de número en una ceremonia que por primera vez se celebra en Miami, pues por su salud no puede viajar a Nueva York, donde tiene su sede la ANLE, que está presidida por el español Gerardo Piña Rosales.
Nacido en Camagüey hace 65 años, Santayana, traductor al español de la poesía de Charles Baudelaire, Jules Supervielle y el escultor Miguel Ángel Buonarotti, entre otros, declara apasionadamente que su primer y gran amor es la lengua española, que es “un idioma muy importante” en este país y con el tiempo lo “será aun más”.
Sin embargo, considera que la salud del español en Estados Unidos, donde hay más de 40 millones de personas que lo hablan, es “muy deficiente”, como consecuencia de la “interferencia lingüística” del inglés y de que “los hispanohablantes no cultivan su propia lengua”.
“Se ven completamente atrapados en la malla del inglés que usan cotidianamente para sobrevivir” y pierden su lengua y con ella “su alma y su identidad”, según dice a Efe.
Una de las razones por las que Santayana se declara “muy honrado” por ingresar hoy a la Academia, algo que, según dice, no se esperaba, son los “esfuerzos denodados” que esta institución hace por “mejorar y cambiar” la situación.
Su discurso de recepción en la Academia, que será respondido por el académico Marcos Antonio Ramos, también de origen cubano, versará sobre “La poesía de José Martí ante la crítica” y en el mismo demostrará que los críticos de la época estaban equivocados al considerar al prócer independentista cubano un gran orador y prosista pero un poeta menor.
“Es todo lo contrario”, pero lo que ocurría es que en su época brillaba el modernismo, con todo su oropel y excesos, y el Martí poeta “iba al grano” y creía que la palabra debía ajustarse al pensamiento y el sentimiento como la ropa al cuerpo, señala.
Su poesía “iba más lejos” que el modernismo, tenía “conciencia social y libertaria”, algo que luego se vería en los poemas del peruano César Vallejo, agrega.
Santayana se define en literatura como “un poco de todo” y dice que “después de leer a Dante, a Juan Ramón Jiménez, a Baudelaire” y otros grandes poetas le entran dudas sobre si él se puede considerar poeta.
Sobre el hecho de que a los hispanohablantes en EE.UU. los discriminen y molesten por hablar su lengua, afirma que esas actitudes “nunca” habían alcanzado la virulencia de ahora, pero siempre han existido.
Aunque algunas cosas parecía que habían sido superadas, “de vez en cuando el viejo racismo y el viejo chauvinismo sacan sus cabecitas”, señala el flamante académico, que se jubiló hace unos días como profesor del Miami Dade College.
Santayana, que a los 14 años se fue solo a España para de allí dar el salto a Estados Unidos, donde llegó en 1967 y fue acogido por unos tíos, recuerda una frase de su madre, Merce Andreu, cuando se refiere a los ataques contra los hispanos: “la ignorancia es la mejor aliada de la maldad”.
Sobre los hispanos que “padecen”, pues a su juicio es un “padecimiento”, la pérdida de su propia lengua para adaptarse al “melting pot”, la “olla podrida”, señala que aunque la Academia lucha de manera ardua para evitarlo, en esto la labor de los padres y la familia para preservar la lengua es esencial.
Para Santayana, preservar la lengua en toda su riqueza y variedad es la principal función de la ANLE, sin caer por ello en el “espanglés”, como según su compañero académico Emilio Bernal Labrada debe llamarse al “spanglish”, que es una “amenaza grave”.
La Academia puede “hacer más” por tratar de corregir e ilustrar a los hispanohablantes de este país, pero “esa tarea quijotesca no se ha detenido ni se detendrá”, asevera.
En cualquier caso considera que el español seguirá cobrando cada vez más peso en Estados Unidos.
“La realidad histórica no se puede detener ni se puede evitar”, subraya.

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