Huyendo de violencia, migrantes centroamericanos sufren prejuicio en México

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Tijuana (EFE).- Poca empatía ha mostrado la población fronteriza hacia los primeros centroamericanos que llegaron a la región como parte de la caravana migrante, sobre todo en redes sociales, donde se han visto comentarios despectivos.
Desde la formación de la caravana con ciudadanos de El Salvador, Honduras y Guatemala, principalmente, figuras políticas criticaron al contingente, incluyendo al presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
Después, fueron algunos políticos mexicanos quienes manifestaron opiniones negativas sobre en redes sociales, llegando este fenómeno a los ciudadanos que han calificado a los migrantes de “aprovechados”, “ladrones”, “lacras” y “pandilleros”.
Al contrario de la percepción, los migrantes salieron de sus lugares de origen buscando una mejor vida. En casi todos los casos la narrativa es la misma: huyeron de sus países por la violencia de las pandillas.
Andrés Rodríguez Hernández tiene 50 años de edad y es de El Salvador, de donde salió para proteger a su hijo y su sobrino, quienes eran acosados constantemente por grupos criminales.
“A nuestro gobierno se le ha salido de la mano todo y ya no se puede vivir”, lamentó, agregando que no se fue por capricho sino porque se ha vuelto intolerable tener que pagarle a las pandillas para que le permitieran trabajar, bajo amenaza de muerte.
Su esperanza es que le concedan asilo en Estados Unidos; de no ser así y se le diera la oportunidad de quedarse en México, con gusto lo haría. “Sé que en México la gente es buena y trabajadora, y yo les trabajo en lo que quieran”, declaró.
En similar situación está Josué, de 39 años, quien también huyó de El Salvador con su esposa embarazada debido a las amenazas de muerte que recibió de pandilleros.
Relató que durante el trayecto su cónyuge tuvo dos indisposiciones y en una ocasión tuvo que ser hospitalizada, pero se recuperó sin ninguna complicación, y ahora solo buscan descansar para después comenzar los trámites de asilo en días venideros.
Aseguró que lo que busca es “poder vivir sin temor”, por lo que de no recibir asilo en Estados Unidos buscará un sitio en donde pueda tener paz y tranquilidad porque “no se puede vivir en un lugar donde te estén amenazando de muerte diariamente”.
El hondureño Carlos Antonio Guerrero, de 37 años, coincidió en que la violencia fue uno de los factores que lo hicieron embarcarse en esta travesía con su esposa y cuatro hijos, ya que el crimen organizado se ha vuelto más incontrolable y las autoridades no los protegen debido al alto nivel de corrupción.
Comentó que si no es aceptado en Estados Unidos buscará la manera de vivir en México, ya que en este país ha encontrado apoyo. “No buscamos robar ni hacer cosas malas como muchos dicen, quiero trabajar y apoyar a mi familia”, dijo.
“México es el mejor país que he conocido y su gente está bendecida por Dios. Espero poder quedarme si me dejan”, puntualizó.
Unos 130 de los casi 1.500 migrantes de la caravana que iniciaron el viaje en Tapachula (estado de Chiapas), llegaron el 24 de abril en dos autobuses a Tijuana, Baja California, en tanto que un grupo de unos dos centenares se detuvo en Hermosillo, estado vecino de Sonora.
El resto de la caravana se dispersó de forma paulatina desde su llegada a Puebla y a la capital mexicano, en el centro del país, tanto por los planes de los propios migrantes como por las ofertas de las autoridades mexicanas de analizar un potencial refugio.
Algunos de los migrantes que permanecen en Sonora han iniciado trámites ante el Instituto Nacional de Migración (INM) para solicitar al Gobierno mexicano que les brinde permiso para quedarse.
“Salí de mi país por falta de empleo; la delincuencia esta bárbara. Entonces tomé la decisión de migrar y quedarme aquí en México”, narró Sonia Lizeth Cáceres Beltrán, procedente de Honduras.
Cáceres dijo haber dejado a sus padres e hijos porque le pedían comida y no tenía para darles. “Es tanto así porque no hay oportunidades ni aunque seamos estudiados, ni de trabajar sin estudios, para nada”, añadió.
“Pensaba cruzar al norte pero la verdad que está difícil porque el presidente de Estados Unidos, Trump, no nos quiere. En realidad, no nos da la oportunidad de cruzar la frontera. Entonces tomé la decisión de quedarme en México porque la verdad que aquí sí nos dan amor y nos tratan muy bien” aseguró la joven de 27 años.
Benjamín Moreno Galindo, director de Atención a Grupos Prioritarios y Migrantes del Gobierno de Sonora, recordó que junto a grupos altruistas y activistas sociales han brindado la apoyo a la caravana.
“Nosotros nos hemos encargado de la seguridad, tanto de los migrantes que venían en el tren como en autobús. Nos coordinamos con los albergues que trabajamos en la dirección; nos coordinamos con dependencias estatales, federales y municipales. Estuvo Cruz Roja y la Comisión Nacional de los Derechos Humano”, explicó.

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