De estadios, cábalas y clasificaciones, cuando la cancha pesa en el resultado

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Bogotá, 15 sep (EFE).- El 16 de julio de 1950 un país entero vivió la tragedia futbolística cuando en su estadio, ante más de 200.000 espectadores, la Copa del Mundo se fue con la selección de Uruguay en lo que se conocería como ‘el Maracanazo’, una tarde en la que el escenario no ayudó.
Desde aquella fecha infame para los brasileños, gloriosa para los uruguayos e inolvidable para el mundillo del fútbol, los estadios han sido motivo de discusión para los amantes de las cábalas que, en ocasiones, hacen pensar que el resultado de un partido depende más del escenario en el que se juega que en la capacidad de los equipos.
Por estos días previos a la definición de los cuatro cupos directos de Sudamérica al Mundial de Rusia 2018 y de uno a la repesca contra Nueva Zelanda, argentinos y peruanos protagonizan un toma y daca por el escenario en el que jugarán el 5 de octubre en la penúltima fecha de las eliminatorias.
La Asociación del Fútbol Argentino (AFA) anunció el miércoles la definición del estadio para recibir a Perú: el de Boca Juniors, la Bombonera. La decisión no satisfizo a sus rivales.
Aunque la sede natural de la selección Argentina es el estadio Monumental de River Plate, los albicelestes solo han ganado allí uno de los cuatro encuentros que han disputado de la actual eliminatoria, por lo que las cábalas y los agoreros indican que lo mejor es cambiar de escenario.
El estadio de Boca no tiene pista atlética y los espectadores quedan mucho más cerca de los jugadores, lo que para los argentinos es muy importante por la presión que puedan generar en los rivales.
Perú y Argentina se encuentran en los puestos cuarto y quinto en la fase clasificatoria a Rusia 2018, ambas con 24 puntos, por lo que el duelo será determinante para la obtención del cupo mundialista.
Más allá de las ventajas o desventajas que pueda dar la Bombonera, no se asoma en el horizonte ni se ve tras bambalinas nada de peso para creer que, en condiciones similares, un equipo pueda jugar mejor en un estadio que en otro o que un estadio tenga la “suerte” y otro no.
Los agoreros saben, sin embargo, que las cábalas existen y que estos son los momentos en que la suerte dará una ayuda a algunos de los que sueñan con estar en Rusia el año que viene.
Elegida la Bombonera, vale analizar los antecedentes de la Albiceleste en dicho escenario para suponer si la movida traerá suerte o no.
La última vez que Argentina jugó un partido oficial en la cancha de Boca fue hace 19 años: el 16 de noviembre de 1997.
Ese día los argentinos querían vengar el 0-5 que les propinó Colombia en la cancha de River en las eliminatorias a Estados Unidos’94. Por eso no se jugó en el Monumental.
Sin embargo, los argentinos empezaron perdiendo con un gol de Carlos ‘el Pibe’ Valderrama, precisamente el gran símbolo del 5-0, y solo alcanzaron a empatar 1-1. La Bombonera no aseguró el triunfo.
En el mismo escenario, el 31 de agosto de 1969, la selección Argentina debía vencer a la de Perú para clasificarse al Mundial de México’70, pero empató 2-2 y quedó eliminada.
Esta ha sido la única vez que Argentina no logró el boleto a un Mundial, pues en las otras ediciones a las que no acudió -1938, 1950 y 1954- declinó por decisión propia.
Aquel 31 de agosto, la Bombonera estaba a reventar pero ni la presión ni la cercanía del público evitaron los dos goles del peruano Oswaldo ‘Cachito’ Ramírez con los que la selección inca empató y privó a Argentina de jugar en México’70.
Para el enfrentamiento del 5 de octubre, ‘Cachito’ será el invitado especial de los peruanos a la Bombonera, el imán con el que aguardan repetir la historia.
Pero los agoreros también tienen material para la posteridad cuando se refieren a las eliminatorias del Mundial de México’86, que marca el opuesto, que es como el paso del infierno al cielo.
Aquella vez, Argentina se midió en la última fecha de nuevo a Perú, al mismo verdugo de 16 años atrás, al que en la cancha era como enfrentar a todos los demonios juntos.
El partido se disputó en el estadio Monumental el domingo 30 de junio de 1985 y a la Albiceleste le bastaba el empate para sellar su pasaporte a México. Perú ganaba por 1-2 y el drama se había apoderado del escenario. Parecía que la historia de 1969 iba a repetirse.
Sin embargo, en el minuto 80 el drama le dio paso a la explosión de júbilo de los argentinos tras el gol del empate 2-2, anotado por el entonces delantero Ricardo Gareca, quien había entrado a jugar 20 minutos antes por el defensa Julián Camino.
Este gol sepultó las opciones de Perú y confirmó el cupo de Argentina, que un año más tarde, de la mano de Diego Maradona, sería por segunda y última vez hasta ahora campeón del mundo en el país a donde 16 años antes no pudo asistir.
Las cábalas están ahí, para bien o para mal. Ahora, el mismo hombre que sentenció la eliminación peruana a México’86, Ricardo Gareca, es quien vestido de seleccionador peruano encarna la más grande esperanza inca de volver a un Mundial después de 35 años.
¿Tendrá Gareca otra vez la varita mágica, aunque ahora para beneficio de Perú? ¿Será el verdugo albiceleste? ¿La Bombonera volverá a ser el escenario de una tragedia futbolística para los argentinos y de una fiesta inolvidable para los incas?
El 5 de octubre el balón rodará, y mientras algunos supersticiosos esperarán el triunfo albiceleste, los otros, los que creen lo contrario, comenzarán a hablar de ‘el Bombonerazo’.

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