“Ni rajas, ni prestas el hacha”

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Por Gustavo A. Montoya

Este viejo dicho conocido a través de toda Latinoamérica cae muy bien a la actual situación en la que Estados Unidos continua viviendo una tensión alta en el tema de inmigración y mano de obra. La única realidad clara es que la demanda para trabajo en muchas áreas es alta. Y la agricultura es una de ellas ya que sigue incrementando. Esto quiere decir que es necesario buscar más personas para llenar el cupo de demanda de trabajos.

Para el Estado de Washington no es un secreto que la necesidad de mano de obra ha sido más alta que en los años anteriores.  California había enfrentado una crisis de acuerdo a un reporte del Mercury News de San Jose en Julio del 2017.  Este año en particular, a pesar de la retorica anti-inmigrante de la Casa Blanca dirigida por Presidente Donald Trump de contratar ciudadanos americanos, tuvo que abrir 15,000 nuevas visas temporales de trabajo adicionales a las 66 mil visas aprobadas por el congreso en Marzo del 2017.  Es más que evidente que la demanda de trabajos para mano de obra no calificada sigue siendo alta.  El caso de Sarbanand Farms en Whatcom County aquí en el Estado es un caso especial y la muerte de Honesto Silva Ibarra ha sido una tragedia para su familia y para sus compañeros.  El controversial caso viene a colación porque la muerte de Ibarra representa la actitud o cultura despreciativa hacia personas que son llamadas para realizar trabajos a través de visas H-2A que nadie en el país quiere realizar. Son invitados al nuestro país. Por eso la orden federal abrió las 15 mil visas adicionales.  El problema de cualquier trabajador inmigrante en todo el país, es que está sujeto al poder de un permiso que en cualquier momento se puede negar.  Si un trabajador se queja el contratista de México lo pueden sacar de la lista.  Y así lo explicó el abogado de los trabajadores, Joe Morrison al Seattle Times la semana pasada.  La empresa contratista aquí en Washington, Sarbanand Farms “despidió” a los trabajadores cuando estos protestaron las condiciones de trabajo después de la tragedia, dejando a 70 de ellos en estatus incierto de inmigración.  El caso continúa en disputa y los trabajadores se podrían ir pero hay quienes argumentan que si se regresan a México sin juicio de lo sucedido, el silencio continuará y la gente se olvidará y en el futuro esto se repetirá.  Y mientras que se quedan con una familia en Sumas, Washington, ellos son víctimas de un país divido en el tema de mano de obra e inmigración.  Por un lado la familia que los hospeda ha recibido tanto apoyo con tanta comida que tuvieron que pedir refrigeradores para poder almacenarla de manera segura.  Pero por otro lado el vecino no es tan amigable ya que pidió que se mantuvieran fuera de su propiedad al parecer con un balín de rifle de aire que rompió la ventana de la camioneta de un voluntario.  Por eso es que digo que quien continua con la retorica anti-inmigrante, “ni raja ni prestan el hacha”. No quieren trabajar. Malo porque vienen ilegalmente a trabajar.  Malo porque vienen con visa legales a trabajar. Ninguno de los dos grupos recibe condiciones laborales aceptables que prevenga accidentes. Y cuando hay accidentes, al caído caerle agresivamente con balines como si fueran sub humanos o animales.  Todo esto es evidencia del odio racial que sigue latente en la primera democracia del mundo. ¿Qué debemos cambiar y qué podemos hacer? Léalo la próxima semana.

 

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