Los partidos ganados por la mujer en el fútbol

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“El fútbol femenino y las mujeres en el fútbol son una prioridad; es parte de la solución para el futuro del fútbol”. Eran las palabras del Presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en la celebración del Día Internacional de la Mujer de hace un año.

Infantino llamaba a ser ambiciosos en los objetivos mientras ponía en marcha unas reformas en la FIFA que han desembocado en realidades como que haya al menos una representante femenina por confederación elegible para el nuevo Consejo de la FIFA; lo que, en la práctica, significa que haya un mínimo de seis mujeres en esta mesa de decisión. Al mismo tiempo, Fatma Samoura se convertía en la primera Secretaria General de la FIFA.

Eran los primeros pasos significativos de una nueva administración del fútbol mundial en busca de la demandada igualdad de género en el deporte. Y se han seguido marcando objetivos ambiciosos. Así el plan FIFA 2.0 se ha propuesto lograr que, para 2026, haya más de 60 millones de mujeres jugando al fútbol.

Y toda gran carrera comienza con uno paso. Como que los estadios de primera división en España se abran para celebrar partidos de la máxima categoría de la liga femenina. O como celebrar una Copa Mundial Femenina Sub-17 de la FIFA en Jordania y que el 75% del Comité Organizador Local lo hayan integrado mujeres. “Construir nuestras infraestructuras, los estadios y 14 campos de entrenamiento para cumplir los requisitos de la FIFA era esencial; y también hemos logrado formar a mucho personal a un nivel alto. Sin duda, el haber dado estos pasos ayudará al fútbol jordano a avanzar, y a que también la comunidad se beneficie”, comentaba Samar Nassar, directora ejecutiva del COL.

Distintos contextos pero la misma mirada al frente

Las batallas de las mujeres en el fútbol son tan variadas como diversas son las realidades sociales y culturales de los países en que se libran. Así, mientras en algunos puntos del planeta todavía se deba reclamar el acceso igualitario de las niñas a la práctica del fútbol, en otros lugares la exigencia se centra en la entrada de la mujer a los puestos de mando y decisión.

Lo importante es ganar cada espacio de manera progresiva para que el avance sea sólido. Por eso hay que celebrar que la selección brasileña femenina tenga, por primera vez, a una mujer, Emily Lima, como entrenadora. O que en Papúa Nueva Guinea, la Copa Mundial Femenina Sub-20 de la FIFA no sólo haya demostrado que las mujeres juegan muy bien al fútbol, sino que la competición haya servido para difundir el mensaje #ENDViolence, en apoyo a la lucha global a para terminar con una de las más devastadoras lacras sociales actuales, la violencia contra las mujeres.

“Hemos visto muchas campañas fuera del terreno de juego, campañas que esperamos animen a las niñas y mujeres a romper las barreras y terminar con la violencia. Espero sinceramente que este torneo deje un legado y cada niña que quiera jugar al fútbol pueda hacerlo”, decía tras el torneo Sonia Bien Aime, miembro del Consejo de la FIFA.

Los progresos tiene sus propios ritmos. Así, mientras en Colombia hemos celebrado el inicio de la primera liga femenina profesional, en Asia ya han visto a la primera mujer, Chan Yuen, en el banquillo de un club peleando en la Liga de Campeones de la AFC. La masculina.

Todos son progresos válidos y significativos buscando esa igualdad que, hoy, está un poco más cerca que hace un año. Porque el mensaje, en palabras de Samoura es claro: “La humanidad está formada por hombres y mujeres. Y no hay ninguna sociedad que puede sobrevivir alienando al 50% de su población”.

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