Los latinos sufren hambre y pobreza de manera desproporcionada, según reporte

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Denver (CO), 12 oct (EFEUSA).- Los latinos padecen mayores tasas de hambre, pobreza e inseguridad alimenticia que la población general de Estados Unidos, según un informe de la organización benéfica Pan para el Mundo.
Según el reporte, en 2015, el 19 % de los hogares latinos tenía problemas para llevar comida a la mesa, cerca del doble que las familias anglosajonas, y el 21 % vivía por debajo del umbral de la pobreza.
Y los niños latinos tienen dos veces más posibilidades que los niños de otros grupos de no tener comida suficiente, indica.
Además, el 30 % de los hogares encabezados por al menos un inmigrante indocumentado y el 37 % de las familias hispanas a cargo de madres solteras viven por debajo del nivel federal de pobreza.
El obispo José García, director de relaciones eclesiásticas de Pan para el Mundo, indicó este martes al presentar el informe que “aunque la situación ha mejorado, sigue siendo difícil para las familias latinas acceder a los recursos necesarios”.
El reporte de Pan Para el Mundo afirma que el hambre y la pobreza entre los latinos son el resultado directo de “prejuicios raciales de género y de discriminación por el estatus inmigratorio”.
Según García, “la discriminación sigue siendo el principal obstáculo que enfrentan muchas familias latinas”.
En opinión de Kathy Underhill, directora ejecutiva de la organización no lucrativa Colorado Sin Hambre, numerosas familias latinas enfrentan situaciones de hambre, inseguridad alimenticia o pobreza por falta de suficiente “capital social”.
“No es posible hablar sobre la formación de líderes comunitarios o la transformación de las políticas públicas discriminatorias con alguien que tiene hambre. Primero debemos alimentar y estabilizar a esa persona y a su familia”, dijo hoy a Efe Underhill.
Por razones culturales y de idioma, muchos inmigrantes hispanos solamente conocen e interactúan con otros inmigrantes hispanos quienes, por lo general, se encuentran en la misma situación que ellos enfrentan y, por lo tanto, su capacidad de ayuda es limitada, a pesar de la buena voluntad que tengan para ayudar, indicó.
Ese “capital social” limitado, es decir, la carencia de una diversa red de contactos que permita una cooperación recíproca y de beneficio mutuo, agrava los problemas de las familias hispanas, opinó.
Para Underhill, una de las maneras de revertir esa situación es solidificar el capital social de los necesitados al conectarlo con el capital social propio.
“Y todo comienza con una conversación café por medio”, sugirió.

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